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Hasta el cielo se han amontonado sus pecados
y Dios no ha querido ignorar
por más tiempo sus crímenes.
Pagadle con su misma moneda,
y aun dadle el doble de su merecido:
en la copa de sus desenfrenos
verted doble amargura.
Cuanto se procuró de lujos y placeres,
dadle de tormentos y desdichas.
Ved cómo alardea en su interior:
“Ocupo un trono de reina;
no soy viuda y jamás conoceré el dolor.”

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